martes, 31 de marzo de 2009

El abejorro busca el nectar de la flor más rosada

Yo no anduve frecuentemente por los últimos arenales de este continente, no osé en entablar alguna relación con el céfiro caluroso de los días de semana, menos en el dos mil nueve cuando me dicen que los polos están por sucumbir; quizá en la vida de algún yo lo haría. Pero ese día fue especial y casi, con mucho propósito, premeditado.
Muy esporádicamente me doy cuenta de cuando dos días (seguidos o lejanos) son por mucho, y por tan poco, uno solo. Esto me ha ocurrido infinidad de veces, he reflexionado sobre ello, he escrito un estudio, pero sigue pareciéndome sorprendente a veces hasta extraño. Suelo ser muy calculadora cuando se trata de estas cosas y, peor aún, cuando se tiene tres amenazas inminentes (unas más que otras) quienes no se doblegarían al hacerse valer y respetar, aunque esto implique quebrantar un derecho poderoso: el placer. Esta es mi preocupación perenne, no califica como perenne y es algo sosa, pero al fin y al cabo tengo pocos años en mi haber lo que de no darme derecho a esta preocupación reduciría, al menos, la burla. Pero nada es gratis y de ser descubierta por una vivaz argentina de doce años, amante de los secretos, estaría codeándome con las prodigas del boulevard de Asia y alrededores.
En este ambiente veraniego de playa y sol me rindo acalorada a darle paso y bendiciones a mi yo libidinoso, morboso y ululante esperando se digne a contar parte de la experiencia que yo vengo dilatando desde hace un rato.


Las gotas de sudor caen sobre mi pecho ardiente, se deslizan y hierven. Sus manos recorren los ensanchamientos y mi entera fisionomía en un ambiente astral ya no cerca del sol, la arenita y el mar. Dejando el recato, hace mucho ya olvidado, vuelvo mi cuerpo sobre el suyo y comienzo a moverme de arriba a abajo. De pronto voy tornándome de otros colores y mi espíritu arranca con vehemencia los jirones de humanidad convirtiéndome en una gacela, siempre un tanto amaestrada. El ambiente astral va tomando el olor particular de estas sesiones amatorias y sugiere un desenfreno mayor, la practica de cómo dar vida. Cuando la gacela se ve cansada el macho la percibe y se vuelca a su lado. Cada uno va tomando figuras más humanas, van respirando.
Yo dialogo bastante en estas sesiones, sobre todo en los momentos de descanso cuando el yo animal se desmorona fatigado.
Cuando pasa pasó y encamina y da las bienaventuranzas al exento camino de días como este, cuando mi goce llega a su máxima expresión, cuando mi ser se eleva, cuando quisiera conocer mas estaciones ambientales y, definitivamente, cuando gotas saladas de un sentimiento amplio y calmador hacen de esta sensación orgásmica la
opera prima de mi repertorio abrazador y amoroso.


Gracias gacela macho por las manos, las orejas y el cuello, pero, sobre todo, gracias por el rocío aromático que desprendes en mí en cada sesión y que se extiende en mi espacio arremetiendo contra el tiempo, detestable cuando se trata de esto, haciendo que mi ser quede elevado, no solo dicha tarde, sino todos los días.

jueves, 19 de marzo de 2009

Calendarios


Los Atletas

En tu mirada deslumbrante me perdí
mas un instante entre el fuego de el camino que me guió a tu destino…
Anonadado en tu presencia admirando tu belleza
despampanante atraviesa tu alma que mi ser embelesa,

pues tu sonrisa anhelé ver, pero el destino se opuso,
ya que el tiempo evitó que mi alma tenga el gusto
mas en los sueños de tu mente, estar constantemente.
Mi alma siempre cuidará tu ser de el que me enamora intensamente

M.
(Recordando a quien pretendió presentarme a la madre luna)
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AU REVOIR

jueves, 12 de marzo de 2009

Carajo, tengo miedo

Carajo, tengo miedo.
Tengo miedo y no es el miedo que tenia cuando todos pensaban que tenía miedo.
No es el miedo a algo mordiéndome, ni el miedo a que alguien irrumpa en mi habitación y me asesine mientras tengo un ataque de asma.

Tengo miedo a ser descubierta por ojos que ya no son ojos para mí y al tener que seguir tirando de ese yunque, que no es mío, pero que muevo cada vez que un “Ataque de Ansiedad” o ataque de ansiedad lo permite.

Ya siento que la esfera de acero empieza su recorrido porque se mueve y va haciendo presión contra los órganos flácidos y pulmones ya muy desgastados.
Cada vez que avanza, mis deseos de Tlön se acrecientan y una dolorosa nostalgia, casi falsa, exige que regrese a los 15 años de los cuales solo me queda un depósito de metal y cosas escondidas…
Ya está en la garganta, ahí asfixia, pero no hay incomodidad, pues podría ser varón y eso seria muy enriquecedor.
Tiene que salir porque nada hay dentro, porque podría oxidarse y no quiere oxidarse en medio de sangre y fluidos y porque se apiadó de mí y quiere hacer algo por mi miedo y mi tristeza.

Carajo, tengo miedo.
Tengo miedo de que mi cara este muy caliente y el agua con sal muy fría.
Tengo miedo de que se acaricien y llueva.

miércoles, 4 de marzo de 2009

Amor a Gabriela

Me enamoré de Gabriela y los sucesos ulteriores no podrán negar su esencia.
Mis labios rosados burlaran su ineludible destino.
No consentirán mitigar sus ansias con aquel sabor terroso al que tantos quieren llegar.
No consentirán, tampoco, el impugnable hecho del que pronto seria parte.
Esquivaran el material y abrazaran su sombra.

Uno de los dedos de Gabriela declara su autenticidad.
Ya está cansada de la monotonía, ya estoy cansado de la negligencia.
La trifulca de los miembros ya quedó saciada, bendecida y encomiada.

El amor a Gabriela no se erige de silogismo de doble función, el amor a Gabriela es la concatenación de las acciones sublimes de sus sentidos, la erradicación absoluta de mis miembros y la interminable espera que ríe, juega y ama.