lunes, 29 de diciembre de 2008

¿Cuenca o Acción de Gracias?


Amarillo

Me quedaba grande. No me lo había probado antes, pues ese día falté. Era viernes y ya solo quedaban polos mojados con agua turbia y acuarelas. Nunca había estado tan sucia.Me sentía limpia. No me bañe, deje que el tiempo pasara. Me gustaba como todo se secaba en mí y creaba una capa dura en mi piel que luego rasparía…

(Podría haber seguido, pero no quise.)

Contrato de Maestras


miércoles, 24 de diciembre de 2008

Padam, Padam

Para cuando eran las cinco estaba ebria y con ganas de seguir estándolo. No recordaba que era lo que había tomado. Un pisco, dos o tres, un ron y tal vez un poco de perfume. Me había quedado sola. Pase mi mano por mi barriga y sentí el vomito que ya estaba frio. ¿Con quien había ido a beber? ¿Quién me había dejado sentada sobre mis heces? Apestaba. Volví a vomitar. Dormí.
Las ocho y ya parecía que los escolares se iban y que el nuclear abría.
-Mierda, estas ebria-.
Hay que caminar, hay que comer un pedazo de pan francés. Gateé hasta la banca
–banca mugrienta, llena de orines-
la sujeté con más fuerza, me paré. Todo huele a hierba ahora. Mis sentidos están tan perceptibles que puedo sentir hasta el olor del polvo blanco y como las pequeñas cucarachas seguían a su caudillo y comían pastel de su mano y en su casa. Veía como se probaban ropas y como algunas se quedaban con ellas.
-Un lugar cerrado, solo un lugar cerrado y maloliente-
entré. En el escenario un enclenque hombre recitaba una poesía. Por nada del mundo era un vate serio parecía estar drogado. Todos reían, todos estaban poseídos. Me senté en la banca de madera. Ya tenía medio cuerpo sobre la mesa. Seguía ebria.
-¿Qué hago? Yo solo bebo. Tengo hambre. Tengo sed. No sé cómo preparar postres. Ya bebí y se calmó mi sed. Tengo hambre. ¿Por qué ya no comparten su comida? Yo sirvo de mucho. No traigo ropa interior. Tengo hambre, ¡Tengo hambre!-
Detrás del escenario, en un pasillo estrecho, al fin compartió su comida. Nada era gratis, pero pagaba lo que sea, pues llevaba un día sin comer. Estaba en la banca rota, ya no tenía nada más que dar. Dejé que me explotaran y que se llevaran hasta mis viseras. Seguí comiendo. No me pateó, el chato Luis también se unió. Me dejó el lugar cerrado, me lo regaló, hoy, un día antes de navidad. Ahora ninguna cucaracha vendrá a maquillarse.
Son las cinco, estoy ebria y quiero seguir estándolo. Las calles siguen rojas y el cielo verde. Se supone que hoy es jueves o tal vez es navidad.

viernes, 12 de diciembre de 2008

Algunas veces no cortan la luz


Fabiola: Besar solo con los labios, es como comer por hambre y no comer para disfrutar.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

Amarillo, naranja, verde


No almorcé porque tenía miedo de salir por una.
(Diciembre, enero.Febrero, diciembre)

lunes, 8 de diciembre de 2008

Cerca de la alfombra



- Quiero saltar en paracaídas.
- Paracaídas ¿Qué te gusta del paracaídas?
- El paracaídas puede matarme si quiere.
- Entonces lo que tú quieres es ir sin rumbo como el cura.
- Esos eran globos.
- Globos o paracaídas son lo mismo, finalmente, no te dejan caer.
- (Con un clavo entre los dedos) ¿Tú crees?
- Yo creo.
- Quiero saltar en paracaídas.
- Piensa en qué pasaría si el viento te vence. Qué podría pasar si no sabes como cohibir

tus ansias y te desvías. Puede que no sepas nada de lo que sabes. Puede que no sepas
como conducir un paracaídas.
- Tengo propensión a la caída.
- (Enrolla sus labios y los aprieta)
- Caeré sobre plantaciones de algodón o sobre un colchón de orugas, sabes que caeré.

- Endeble.
- Será mejor caer sobre ti

-¿Todavía quieres saltar en paracaídas o prefieres tener seguridad y volar en parapente?
- Mi valentía sabe lo que es bueno.
- Hagamos clavados. No es salto en paracaídas, pero al menos es algo.
- No se nadar.
- El bungee puede que te agrade más.
- Para qué saltar si voy a quedar atada.
- ¿Salto al vacío?
- (Se coge la cabeza).
- ¿No podré encontrarte un salto?
- Me gusta trepar las rejas y luego saltar.
- Al fin podemos ser dos.
- Somos uno solo.
- Somos dos. Me gusta trepar las rejas y luego saltar, pero tu aún quieres lanzarte en paracaídas.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Implante Cloquear

Me gusta lo grave. Me gusta mientras me veo entre casas de piedra y vestidos flameantes y la briza, esa briza que a veces huele mal. El punteo suena y otra vez estoy quieta. Uno dos tres, sigo quieta. Ya no hay madera ni telas ni nada. Las fachadas de piedra otra vez se ven sucias, grafiteadas. ¿Y el sonido grave?. ¡El sonido grave!. Sigo gritando por el sonido grave. El sonido grave raspa. Cinco gotas de saliva no demuestran deseo. Un silbido agudo quiere salir. No dejo que salga. Otra vez punza. Oh, el punteo regresó. Y ya no huele a mar. Mira. Ahora. Veo al centro y todo. Diáfano atestado de luz. Lo grave aparece y suena. Las casas de piedra. Los vestidos. La briza. La punzada. El punteo. Lo grave. La gravedad. Lo grave. Ya no huele a mar. Que caliente. Quiero gotas de sudor. Ya estoy pisando un papel otra vez. Oliendo la temperatura y sintiendo que el mar ya escupió un tsunami. La presión, en la altura, te tapa los oídos. No escucho. Oigo como lo grave se acerca y muevo los dedos. Ya no quiero lo grave por ahora. España aplasta. Te aplasta. España juega a ser Italia. Italia aplasta. Italia te mata. La toscana amarilla me planta. Árbol de flores moradas. Arcos. Tejados. El sueño. Un libro nuevo. Todo vomitado. Todo febril. Punza con más fuerza. Ahora el punteo creó una nueva escala. Se agudiza. ¿Qué es eso?. Silba. Me rompe los tímpanos. Sangra. Sangro. Y babeo. No puedo creer que otra vez mueva mis dedos. Un pie lo intenta pero no lo dejo. Un ser lo disfruta. Ya son veinte gotas. Veinticinco. El pie pisa el charco. Cincuenta. Ya no existe. Tarareo con los ojos. Sin tímpanos lo agudo es más agudo. Lo grave me patea. No recuerdo el mar. Se encendió una vela. Sentí que me quemaba. Pero no es fácil dejar Aranjuez. El mar vuelve a oler. Está extraño. Me estaba esperando. Veo mi piel. Esta roja. Está quemada. El punteo desaparece. Las punzadas se escapan. Los vestidos se volvieron de colores. La piedra ahora esta sola en el piso. Lo grave pasó a ser no-grave. La agudeza me devolvió los tímpanos. España se aburrió de ser Italia. No hay falanges en los dedos. Ya uso mis piernas para caminar. Mi cuerpo esta caliente. A la temperatura le gusta darme unas palmaditas en la espalda. Me llena de saliva. Le gusta lamer la cara. Pienso en Aranjuez. Ya no seré vieja en un país sin niños. El próximo punteo lo hará una cuerda de cobre. No babearé. Un charco de cincuenta gotas no volverá. Me gusta lo grave. Me gusta la fachada de piedra. Amo lo asqueroso de pensar agudo. Cae saliva. Me quedo con el mar.


(Lease el . como punto)

sábado, 6 de diciembre de 2008

De vez en cuando entra el aire

Ese baño fue un regalo anónimo y casi un milagro abstracto, ya que sin el hubiera dudado del buen rendimiento del lápiz en mi mano. El no detenerme a pensar en la ropa fue la salvación, pues por eso tampoco pensé en la toalla lo que significa que atravesé el camino desnudo. La hazaña, digna de un profeta, fue la de cruzar el corredor frente a una ventana abierta donde se podían ver casas con ventanas también abiertas y dentro de estas niños con sus perros y adolescentes aburridas tratando de ver un rayo de luz. Se que me vieron, la vergüenza es lo de menos. La vergüenza no existe. Me divertí con mi desnudes. Tal vez debería volver a hacerlo.
En el cuarto ya había dejado la ropa sobre la cama, por primera vez planchada. No encontré una toalla y tampoco quería ir a buscarla . Soy exhibicionista, pero no queria mostrarme otra vez, pues aunque me gustó prefiero disfrutar de mi desnudes solo o con un hedonista. Como mi realidad era la primera me eché sobre la cama, boca arriba, y esperé a que el ambiente secara mi cuerpo, ya casi seco, pero aun húmedo. La libertad y la frescura me adormecieron lentamente hasta que finalmente pestañee por ultima vez. Me dormí.

Primer Acto



Despacio, otra vez es amarilla.
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Despacio, despacio sigue siendo amarilla, pero ahora hay un hueco.
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Ya caí, acabo de salir de el.
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Jajaja… perdí un zapato al salir y todo sigue amarillo.
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No, no es de día.

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La demencia es tuya. ¿Por qué no ves el amarillo?.
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Trago amarillo y vomito amarillo.
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Debo admitir que el amarillo me desagrada.
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Es la luna de noviembre tan amarilla.
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Te equivocas eso no es amarillo.
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Nada es amarillo.